No sé cómo empezar... El caso es que ya está terminado el primer libro de esta bilogía. Estoy sintiendo los mismos nervios que cuando en verano, hice público el primer fragmento de Hoy no cuenta, (y espero que vaya igual de bien:P)
Ya solo puedo desearos que os guste; el cariño y la ilusión ya los puse durante los meses de trabajo.
Con este libro, he llorado mucho pero también me he reído. Creo que he puesto más de mí de lo que me hubiese gustado, por eso ha sido tan especial.
Bueno, no me enrollo más, ansiosa estoy de conocer las primeras sensaciones!!! Un besazo enorme!
PD: Quiero agradecer a mis tres ángeles de la guarda: A la modelo por tener unas piernas y un pelo tan preciosos y por los consejillos cuando los necesité.
A mi lectora cero que siempre me enseña la salida cuando estoy en un callejón sin salida y a la rubia que mejores zapatos diseña (aunque al final no hayan aparecido en la portada)
LAS QUIERO!
Ahí va....
Capítulo uno. Siempre es de noche.
Dicen que el día de tu boda es el día más bonito y emotivo
de tu vida, que es un día lleno de felicidad, un día en el que reunimos a toda
la familia para hacerles partícipes de nuestro amor, para hacerles saber que
nos queremos y que nos vamos a querer para el resto de nuestra vida. Que
siempre caminaremos juntos, en los buenos y en los malos momentos. Que si uno
cae el otro tirará de su mano para ayudarlo a ponerse en pie de nuevo, que
formaremos una familia, que nos cuidaremos y que jamás nos traicionaremos. Es
un día que garantiza tu felicidad a largo plazo y eso es algo tranquilizador.
Bien, pues por algún extraño motivo yo estoy muy nerviosa, no paro de dar
vueltas en la cama a apenas dos horas de la llegada de la peluquera. No he
pegado ojo en toda la noche. ¿Es ese un síntoma normal de felicidad? Espero que
sí.
Mi habitación está totalmente oscura, enciendo la lamparita y
mis ojos se encogen, aparto el dosel y salgo de la cama. Me acerco a un
ventanal que hay a varios metros de mi cama, me asomo para contemplar las fabulosas vistas,
el mar completamente en calma, la redonda luna reflejada en él. Respiro hondo.
No se escucha nada, solo el latir de mi corazón, pum, pum, pum. Por eso me
gusta este sitio, por eso siempre vuelvo. He visitado muchos lugares, muchos
sitios increíbles y en ninguno he sentido la paz que siento al asomarme a la
ventana de mi casa, en este pequeño pueblo.
Bajo las escaleras mientras termino de colocarme mi bata de
seda, hace frío aunque sea primavera. Recorro el pasillo hasta llegar a la
cocina donde hay una puerta que conecta directamente con la playa. No enciendo
ninguna luz, la luz de la luna me es suficiente porque sé bien el recorrido, toda mi vida he vivido
aquí.
Estoy descalza, piso la arena de la playa, está fría. A
medida que me acerco a la orilla siento como la brisa recorre cada vez más
fuerte mi rostro. Han pasado casi cuatro años y aún parece que fue ayer...
*
Estaba sentada aquí mismo,
delante del mar, mojada y tiritando de frío. Mis ojos miraban las olas que
rompían con fuerza mientras mi mente estaba completamente en blanco, perdida,
no sé cuantas horas llevaba en esa misma posición, tampoco me importaba. Mi
vida se desmoronaba y lo único que era capaz de hacer era permanecer quieta
mientras me congelaba por fuera y por dentro.
—Sabía que te encontraría aquí. — Una voz masculina me saca de mi
ensimismamiento. No me sorprende verlo a pesar de que lleve dos años sin noticias
de él.
Está igual, viste su chaqueta de
cuero negro que tanto le gusta y esas botas camperas que yo odio. Lleva un ridículo
flequillo que descansa sobre su frente, siempre que no lo engominaba le quedaba
así. Insistía en dejarse la barba a pesar de no tenerla completamente cerrada a
sus veinticuatro años. Sus ojos color miel me miran. Yo lo miro indiferente y
vuelvo a mirar al horizonte mientras se acomoda a mi lado. Sé que odia la
playa, que no le gusta nada el mar, y que odia estar aquí.
—Al principio parece que está fría pero una
vez dentro te das cuenta que el frío lo pasarás al salir, el frío está fuera. —Me echo sobre su hombro y él me
abraza.
Saúl parece preocupado, mira mis
morados labios que resaltan aún más la blancura de mi redondo rostro.
—Deberíamos entrar en casa, vas a resfriarte — susurra. Y se levanta con un gesto de
desagrado al notar como sus botas se inundan de arena.
—No es un calzado adecuado —digo levantándome y andando descalza hacia la
puerta de la cocina.
—Sabes que no soy de playa.
Entramos
a la cocina, una pequeña cocina de madera con una mesa redonda en el centro.
Del techo cae una lámpara de mimbre que ilumina la estancia, da una iluminación
tenue y acogedora.
Numerosas
fotos decoran las paredes, plasman momentos de felicidad, con amigos y familia.
Saúl se reconoce en algunas de las fotos.
Una
montaña de platos sucios asoma en la pila y hay numerosos envoltorios de comida
y bebida esparcidos por la sala. Adorna la encimera una planta de interior,
seca por la falta de riego y sus hojas yacen alrededor.
—Perdona
por el desorden pero no esperaba visita — me disculpo.
Abro
el frigorífico y saco una botella de vino blanco, coloco dos copas de cristal
en la mesa y sirvo un poco en cada una de ellas. Saúl se sienta a la mesa
mientras coge una de las copas. Me siento de un salto sobre la encimera de
piedra, mi pelo sigue mojado, se ve más oscuro.
—No
te preocupes —Saúl mira toda la sala mientras, imagino, recuerda cuantos buenos
momentos había pasado allí años atrás. Un ambiente triste envuelve aquella
cocina. Quizá por el silencio, quizá por el mal tiempo…
—Ha
pasado mucho tiempo Saúl —digo dando un sorbo a la copa evitando el cruce de
miradas, estoy nerviosa, sé que lo sabe.
—Sí,
mucho... ¿Dos años? —Hablamos en un tono demasiado serio, nunca solíamos hablar así.
Observa como muevo mi pierna. Asiento. Hay un silencio, Saúl suelta la copa en
la mesa, se dirige hacia mí y agarra mi mano—. He llegado cuando me he enterado
de la noticia ¿Cómo estás?
—La
noticia... Bueno, tarde o temprano todos morimos. —Suelto su mano y bajo de un
salto.
Sé
que odia cuando me comporto así, odia cuando sale a relucir mi papel de mujer
hielo, pero no dice nada, por esta vez lo pasa por alto y simplemente resopla. Bebo
de un trago mi copa y me sirvo otra. Sé que sabe lo dolida que estoy, soy
transparente para él porque me conoce bien. Sabe lo unida que estaba a mi padre
y sabe lo mal que lo estoy pasando tras su muerte, hace tan solo diez días...
—Al
final me dieron Londres, estoy de prácticas en un hospital de allí. —Saúl
cambia de tema, sonrío en señal de agradecimiento.
—Sí,
me alegré mucho cuando tu madre me lo contó. —La expresión de tristeza de mi
cara se ha esfumado. Esbozo una pequeña sonrisa en señal de agradecimiento por
el cambio de tema — ¿Qué tal María?
—María...
—Resopla mientras
vuelve a rellenar su copa—. Vino a Londres conmigo y en menos de un mes ya me
había cambiado por un compañero de trabajo.
—Lo
siento —me disculpo sorprendida.
No
me lo esperaba, sabía lo mucho que Saúl quería a María, jamás lo había visto
tan enamorado de nadie. Él, acostumbraba a ser encantador con todas las mujeres
pero nunca había tenido una relación tan seria, no porque él no quisiera si no
porque no le había llegado la mujer indicada. Al verlo tan entregado en aquella
relación pensé que María era la mujer que siempre había esperado.
—Ya
han pasado cuatro meses, está casi superado aunque hay momentos en los que la
recuerdo, en los que la odio, momentos en los que la quiero de nuevo. ¿Qué te voy a
contar? ya me conoces... —Me lanzo a su cuello para abrazarlo. Sí, lo he echado mucho de
menos. Su olor, me recuerda una época feliz, una época en la que no teníamos
problemas, solo nos divertíamos, éramos tan pequeños...
Con
ese olor, habíamos reído, llorado, nos habíamos peleado, divertido; habíamos
pasado resacas, viajes, nos habíamos caído y levantado. Siempre fuimos grandes
amigos, casi como hermanos, y no importaba el tiempo que pasásemos sin vernos,
cada vez que nos encontrábamos era como si ayer mismo hubiese sido la última vez.
Es
cierto que nunca habíamos estado tanto tiempo sin vernos y que los recientes
acontecimientos habían enrarecido el reencuentro.
Hablamos
durante horas, me contó su vida en Londres: que al principio le fue muy duro
por el idioma, pero que poco a poco iba siendo más feliz allí. Le encanta
ayudar a las personas por eso estudió medicina y ahora está cumpliendo su
sueño. Me cuenta que muchas veces miraba la puesta de sol añorando la de
nuestro pueblo, que a veces, necesitaba volver y que cada día hacía recuento de
las cosas pendientes para cuando regresase. Dice que yo siempre estaba en sus
planes.
Yo
había terminado la carrera de diseño de moda hacía casi un año y trabajaba en
el pueblo, en el taller de una diseñadora de zapatos. Ella era famosa en nuestro
diminuto pueblo pero no fuera de él. A mí, no me gustaba mucho su estilo porque
no era arriesgado, trabajábamos lo que se vendía allí.
Yo
entré en su empresa para hacer las prácticas y al final me contrató. A día de
hoy, parecía que seguía de prácticas porque hacía el trabajo sucio, como mucho,
me dejaba elegir los materiales para ciertos modelos pero ella era la que
llevaba todo lo relacionado con el diseño. Fabiola era muy buena conmigo y
estaba aprendiendo mucho de ella.
Sabía
que si me iba fuera mi futuro sería mejor pero no podía hacerme a la idea de
abandonar este lugar.
A
medida que Saúl y yo hablamos nuestros ojos brillan tanto que unos podían
reflejarse en los del otro, estamos emocionados de volver a estar juntos y de
que todo sea como si nada hubiese pasado. Parece como si el motivo de la visita
se nos hubiese olvidado.
Comienza
a caer la noche. Todo el día había estado amenazando lluvia, una lluvia que no tarda
en llegar. El romper de las olas se escucha mucho más fuerte que en la tarde.
Desde la cocina ya no se ve la playa, todo está completamente oscuro, las
espesas nubes tapaban la luna. A veces, con la caída de un rayo, se ilumina
toda la playa durante un segundo.
—Quédate
a cenar —propongo
mirando en el congelador algo para ofrecerle.
Holaaaa guapa ^^
ResponderEliminarNo sabes la alegría que me ha dado ver que has publicado un cachito de tu nuevo trabajo, como siempre me ha encantado este trocito y me ha dejado con ganas de más, tiene buena pinta esta nueva historia y me muero por descubrirla.
¡Muchísima suerte!
Un besito
Holaaa!!
EliminarMuchas graciias, a ver si te gusta tanto como Hoy no cuenta :P
Mañana más!!!
Un beso enorme guapisima!
Holaaaa!!!
ResponderEliminarMadre mía ¿cómo puede ser que con solo leer este cachito tenga ganas de mas? Deseando poder leer más capítulos tiene una pinta increíble esta historia. Enhorabuena!!! Por cierto, me encanta la portada!
¡Muchísima suerte!
Besos wapa!
Gracias guapísima!! no sabes ni la alegría que me dan tus palabras..
EliminarMañana te cuento más!
Un beso enorme!
Ay que emoción!! Estaba deseando que publicaras algo nuevo. Me ha encantado como empieza la historia... Parece que promete :P
ResponderEliminarSigue así! Un beso guapa!
Muchísimas gracias por tus palabras, espero que mañana te enganche más! :P
EliminarUn besazo!
Sabes cómo alegrar un lunes y con este capítulo has alegrado el mío!! Deseando conocer la historia, los personajes, deseando reír y llorar con ellos!! Muchísima suerte con este nuevo libro y como siempre ansiosa de leer más!! Un beso corazón!!
ResponderEliminarTú si que me has alegrado a mí con tu comentario!!
EliminarMañana seguimos conociendolos!
Un besoteee guapisima!
Estoy muy orgullosa de ti amiga! Lo mejor de todo esto es que aunque ha habido momentos en los que estabas perdida finalmente has encontrado la manera de reconducirlo todo y lo más importante es que no has perdido la ilusión y las ganas de disfrutar de ello. Sigue así porque no importa si le gusta a más o menos lectores (que seguro que triunfarás) lo relevante es que tu te sientas orgullosa de hasta donde has llegado. Un beso cielo!
ResponderEliminarPd: preparame la cena
Estoy muy orgullosa de ti amiga! Lo mejor de todo esto es que aunque ha habido momentos en los que estabas perdida finalmente has encontrado la manera de reconducirlo todo y lo más importante es que no has perdido la ilusión y las ganas de disfrutar de ello. Sigue así porque no importa si le gusta a más o menos lectores (que seguro que triunfarás) lo relevante es que tu te sientas orgullosa de hasta donde has llegado. Un beso cielo!
ResponderEliminarPd: preparame la cena