7.07.2015

Sietedejulio

Las dos me miran con cara de pena y asienten. Las oigo cuchichear desde mi habitación, no quiero que nada ni nadie influya en mi decisión quiero decidir esto por mí misma, estar completamente segura de lo qué quiero hacer al respecto sea o no una locura. Comienzo a darle vueltas al tema durante bastante rato. Tengo muchos sentimientos enfrentados, estoy confusa. También siento miedo. Doy varias vueltas en la cama.

Quizá esto sea lo que Dios tenía preparado para mí, quizá haya estado equivocada todo este tiempo y mi verdadera historia de amor no sea como yo pensaba, mi verdadero amor está dentro de mí. Acaricio mi barriga en la que aún no se nota nada, siento un aleteo en mi interior y lo sé. Tengo que tener este bebé. De pronto no siento miedo ni confusión, estoy decidida.

De repente siento una extraña felicidad recorrerme. Necesito contarle la noticia a Rafa. Decido esperar hasta el fin de semana para decírselo en persona. Salgo de la habitación horas después para darle la noticia a las chicas.

-          Voy a tenerlo – Digo con una sonrisa acariciándome la tripa. Se miran descolocadas. – Sí, ya sé que puede que parezca una locura pero he estado pensando y lo he visto claro. Por primera vez no soy yo la que elije enamorarse de alguien, esté bebé me ha elegido para que me enamore de él, quiero vivir esta historia.

-          Ha perdido la cabeza – Dice Sindy que se acerca hacia mí para que me siente.

-          Cris, no te precipites ¿Qué le vas a decir a Rafa?  <<Hola, voy a tener un hijo tuyo, bueno siento que es tuyo pero quizá sea de tu primo, pero no te preocupes, queda en familia >> - Amanda vuelve a perder los papeles.

-          No conocéis a Rafa, él me comprenderá.

-          Los tíos son todos iguales, por muy bueno que te parezca Rafa no va a querer una responsabilidad. Y ten cuidado porque a lo mejor no te comprende como tú crees. – Dice Sindy.

-          Cris, no te ciegues con Rafa. Sindy tiene razón.

-          Sé que vuestro deber es darme una opinión objetiva, y os lo agradezco pero este fin de semana iré a ver a Rafa y hablaré con él.

 Capítulo catorce. Jugar con fuego.

Amanda me ha traído en su coche hasta la estación de tren. En menos de tres horas estaré con Rafa, me ha dicho que está impaciente por verme. Estos últimos días han servido para que las chicas digieran la noticia, ahora parece que les haga ilusión ser titas.

He sentido malestar estos días, vomito por las mañanas y como más de la cuenta. Noto que los pantalones me aprietan más de lo normal y que mi cara está más gordita. Amanda dice que será una niña porque me ve más guapa. Yo pienso que aún es pronto para deducir cualquier cosa.

-          Cuídate – Me pide Amanda que me da un abrazo. – Y no olvides llamarme, siempre que estás con él te olvidas de mí. – Dice agachando la mirada.

-          No me olvidaré de verdad – Le prometo uniendo nuestros meñiques.

Me monto en el tren y apenas soy consciente del viaje, ponen una película de dibujos animados y antes de ponernos en marcha ya me he dormido.

La gente levantándose de sus asientos y saliendo del vagón me despierta. He llegado a Atocha. Bajo del vagón arrastrando mi maleta y me dirijo hacia la salida donde he quedado con Rafa. Encuentro la salida con facilidad y puedo verlo con sus gafas de sol y una camisa de líneas rosas, corro hacia él que me recibe con su fantástica sonrisa y en sus brazos me embriago de su olor. One million.

-          No te recordaba tan guapa – Me piropea mientras agarra mi maleta.

-          Ni yo tan pelota – Respondo. Se acerca para saludarme con un pico que no me sorprende porque lo esperaba.

Vamos hacia donde tiene aparcado el coche mientras le cuento que he pasado el viaje durmiendo. Ver su coche me produce nostalgia y siento mis lágrimas a punto de brotar, parpadeo rápido. Las hormonas me vuelven loca, más loca.

No tardamos en llegar a su garaje, me ha contado que vive en el centro y que desde ahí podemos llegar a todas partes andando. Un fabuloso ático en la calle salamanca, de suelo de mármol y paredes beis, con enormes ventanales y muy luminoso. Está amueblado al estilo inglés. Cuenta que su padre lo decoró así cuando se casó con su madrastra pero que se hartaron de vivir ahí y ahora es suyo.

Entramos y lo primero que veo es el salón, está muy recargado, todas las paredes están cubiertas de muebles: vitrinas, estanterías, todos los muebles de color blanco roto que proporciona que la estancia sea más luminosa. A pesar de la cantidad de muebles que hay han conseguido crear un ambiente armónico y acogedor. En la pared de enfrente hay una cristalera donde se pueden ver las largas calles repletas de boutiques. En medio de la estancia, un sofá color vainilla con dos sillones del mismo estilo a ambos lados, enfrente un televisor de plasma sobre una mesita también en blanco roto. En el suelo hay una alfombra marrón chocolate sobre la que hay perfectamente colocada una mesa de café. Del techo cuelga una enorme lámpara de araña. Los cuadros son de algún famoso pintor que no conozco, pero me gusta lo que pinta, líneas curvas y coloridas que acaban difuminándose en una mezcla de todos los colores, se distorsionan y vuelven a definirse. Rafa observa como lo miro todo y sonríe.

-          Tu habitación – Anuncia llevándome por un pasillo con paredes repletas de fotografías en blanco y negro de lo que parecen ser él y su familia.

Supongo que es la habitación de invitados, hay una enorme cama y un armario con numerosas puertas, también un tocador antiguo en una de las paredes, del mismo color que el armario, blanco roto. Observo que hay un balcón en un lateral adornado por una preciosa cortina blanca. Miro la habitación boquiabierta, es como tres veces la mía, tres veces más grande, tres veces más bonita, tres veces mejor.

-          ¿Entero para mí? – Pregunto tirándome sobre la cama con los brazos abiertos.

-          Sí, venga date una ducha y ponte guapa que vamos a quemar Madrid – Dice saliendo de la que será mi habitación durante tres días.

Deshago mi maleta y coloco mi ropa y mis pinturas cuidadosamente en el armario y en el tocador. Me dirijo hacia la mitad del pasillo donde se encuentra el baño, me quedo maravillada al verlo. Paredes alicatadas de losas rosa pastel, dos columnas resguardan una gran bañera redonda que se alza sobre el suelo por dos escalones. También hay una ducha. El espejo sobre el lavabo es también muy grande, tres personas podrían maquillarse a la vez. Antes de meterme en la ducha siento que me mareo, me siento en la taza del váter. Unas desagradables náuseas recorren mi estómago hasta llegar a mi garganta. El viaje me ha revuelto más de la cuenta. Intento controlarme, pausar mi respiración pero no puedo aguantar más las ganas de vomitar y acabo haciéndolo. Tras vomitar me siento algo mejor, me doy una ducha rápida y salgo enrollada en la toalla. Una vez en la habitación me visto con una falda de tubo azul marino y una camisa de manga largas celeste. Me calzo unos salones azul marino de medio tacón que son muy cómodos, dispuesta a andar mucho. Dejo mi pelo suelto sobre mis hombros, elijo un bolso rojo a juego con mis labios y salgo de la habitación para encontrarme con Rafa en el salón con unos vaqueros y una camisa de cuadros rojos y azules.

-          ¿Preparada? – Pregunta acercándose a mí para agarrarme del brazo.


-          Preparadísima.- Respondo...

1 comentario:

  1. Ay que se lo cuentaaaa! Me parece a mi que Rafa me va a decepcionar. Esperaré a mañana a ver ^^.
    Besos

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