Las dos me
miran con cara de pena y asienten. Las oigo cuchichear desde mi habitación, no
quiero que nada ni nadie influya en mi decisión quiero decidir esto por mí
misma, estar completamente segura de lo qué quiero hacer al respecto sea o no
una locura. Comienzo a darle vueltas al tema durante bastante rato. Tengo
muchos sentimientos enfrentados, estoy confusa. También siento miedo. Doy
varias vueltas en la cama.
Quizá esto
sea lo que Dios tenía preparado para mí, quizá haya estado equivocada todo este
tiempo y mi verdadera historia de amor no sea como yo pensaba, mi verdadero
amor está dentro de mí. Acaricio mi barriga en la que aún no se nota nada,
siento un aleteo en mi interior y lo sé. Tengo que tener este bebé. De pronto no
siento miedo ni confusión, estoy decidida.
De repente
siento una extraña felicidad recorrerme. Necesito contarle la noticia a Rafa.
Decido esperar hasta el fin de semana para decírselo en persona. Salgo de la
habitación horas después para darle la noticia a las chicas.
-
Voy
a tenerlo – Digo con una sonrisa acariciándome la tripa. Se miran descolocadas.
– Sí, ya sé que puede que parezca una locura pero he estado pensando y lo he
visto claro. Por primera vez no soy yo la que elije enamorarse de alguien, esté
bebé me ha elegido para que me enamore de él, quiero vivir esta historia.
-
Ha
perdido la cabeza – Dice Sindy que se acerca hacia mí para que me siente.
-
Cris,
no te precipites ¿Qué le vas a decir a Rafa?
<<Hola, voy a tener un hijo tuyo, bueno siento que es tuyo pero quizá
sea de tu primo, pero no te preocupes, queda en familia >> - Amanda
vuelve a perder los papeles.
-
No
conocéis a Rafa, él me comprenderá.
-
Los
tíos son todos iguales, por muy bueno que te parezca Rafa no va a querer una
responsabilidad. Y ten cuidado porque a lo mejor no te comprende como tú crees.
– Dice Sindy.
-
Cris,
no te ciegues con Rafa. Sindy tiene razón.
-
Sé
que vuestro deber es darme una opinión objetiva, y os lo agradezco pero este
fin de semana iré a ver a Rafa y hablaré con él.
Capítulo
catorce. Jugar con fuego.
Amanda me ha
traído en su coche hasta la estación de tren. En menos de tres horas estaré con
Rafa, me ha dicho que está impaciente por verme. Estos últimos días han servido
para que las chicas digieran la noticia, ahora parece que les haga ilusión ser
titas.
He sentido
malestar estos días, vomito por las mañanas y como más de la cuenta. Noto que
los pantalones me aprietan más de lo normal y que mi cara está más gordita.
Amanda dice que será una niña porque me ve más guapa. Yo pienso que aún es
pronto para deducir cualquier cosa.
-
Cuídate
– Me pide Amanda que me da un abrazo. – Y no olvides llamarme, siempre que
estás con él te olvidas de mí. – Dice agachando la mirada.
-
No
me olvidaré de verdad – Le prometo uniendo nuestros meñiques.
Me monto en
el tren y apenas soy consciente del viaje, ponen una película de dibujos
animados y antes de ponernos en marcha ya me he dormido.
La gente
levantándose de sus asientos y saliendo del vagón me despierta. He llegado a
Atocha. Bajo del vagón arrastrando mi maleta y me dirijo hacia la salida donde
he quedado con Rafa. Encuentro la salida con facilidad y puedo verlo con sus
gafas de sol y una camisa de líneas rosas, corro hacia él que me recibe con su
fantástica sonrisa y en sus brazos me embriago de su olor. One million.
-
No
te recordaba tan guapa – Me piropea mientras agarra mi maleta.
-
Ni
yo tan pelota – Respondo. Se acerca para saludarme con un pico que no me
sorprende porque lo esperaba.
Vamos hacia
donde tiene aparcado el coche mientras le cuento que he pasado el viaje
durmiendo. Ver su coche me produce nostalgia y siento mis lágrimas a punto de
brotar, parpadeo rápido. Las hormonas me vuelven loca, más loca.
No tardamos
en llegar a su garaje, me ha contado que vive en el centro y que desde ahí
podemos llegar a todas partes andando. Un fabuloso ático en la calle salamanca,
de suelo de mármol y paredes beis, con enormes ventanales y muy luminoso. Está
amueblado al estilo inglés. Cuenta que su padre lo decoró así cuando se casó
con su madrastra pero que se hartaron de vivir ahí y ahora es suyo.
Entramos y
lo primero que veo es el salón, está muy recargado, todas las paredes están
cubiertas de muebles: vitrinas, estanterías, todos los muebles de color blanco
roto que proporciona que la estancia sea más luminosa. A pesar de la cantidad
de muebles que hay han conseguido crear un ambiente armónico y acogedor. En la
pared de enfrente hay una cristalera donde se pueden ver las largas calles
repletas de boutiques. En medio de la estancia, un sofá color vainilla con dos
sillones del mismo estilo a ambos lados, enfrente un televisor de plasma sobre
una mesita también en blanco roto. En el suelo hay una alfombra marrón
chocolate sobre la que hay perfectamente colocada una mesa de café. Del techo cuelga
una enorme lámpara de araña. Los cuadros son de algún famoso pintor que no
conozco, pero me gusta lo que pinta, líneas curvas y coloridas que acaban
difuminándose en una mezcla de todos los colores, se distorsionan y vuelven a
definirse. Rafa observa como lo miro todo y sonríe.
-
Tu
habitación – Anuncia llevándome por un pasillo con paredes repletas de
fotografías en blanco y negro de lo que parecen ser él y su familia.
Supongo que
es la habitación de invitados, hay una enorme cama y un armario con numerosas
puertas, también un tocador antiguo en una de las paredes, del mismo color que
el armario, blanco roto. Observo que hay un balcón en un lateral adornado por
una preciosa cortina blanca. Miro la habitación boquiabierta, es como tres
veces la mía, tres veces más grande, tres veces más bonita, tres veces mejor.
-
¿Entero
para mí? – Pregunto tirándome sobre la cama con los brazos abiertos.
-
Sí,
venga date una ducha y ponte guapa que vamos a quemar Madrid – Dice saliendo de
la que será mi habitación durante tres días.
Deshago mi
maleta y coloco mi ropa y mis pinturas cuidadosamente en el armario y en el
tocador. Me dirijo hacia la mitad del pasillo donde se encuentra el baño, me
quedo maravillada al verlo. Paredes alicatadas de losas rosa pastel, dos columnas
resguardan una gran bañera redonda que se alza sobre el suelo por dos
escalones. También hay una ducha. El espejo sobre el lavabo es también muy
grande, tres personas podrían maquillarse a la vez. Antes de meterme en la
ducha siento que me mareo, me siento en la taza del váter. Unas desagradables
náuseas recorren mi estómago hasta llegar a mi garganta. El viaje me ha
revuelto más de la cuenta. Intento controlarme, pausar mi respiración pero no
puedo aguantar más las ganas de vomitar y acabo haciéndolo. Tras vomitar me
siento algo mejor, me doy una ducha rápida y salgo enrollada en la toalla. Una
vez en la habitación me visto con una falda de tubo azul marino y una camisa de
manga largas celeste. Me calzo unos salones azul marino de medio tacón que son muy
cómodos, dispuesta a andar mucho. Dejo mi pelo suelto sobre mis hombros, elijo
un bolso rojo a juego con mis labios y salgo de la habitación para encontrarme
con Rafa en el salón con unos vaqueros y una camisa de cuadros rojos y azules.
-
¿Preparada?
– Pregunta acercándose a mí para agarrarme del brazo.
-
Preparadísima.-
Respondo...
Ay que se lo cuentaaaa! Me parece a mi que Rafa me va a decepcionar. Esperaré a mañana a ver ^^.
ResponderEliminarBesos