11.23.2015

Si no fueras tan TÚ...

No sé cómo empezar... El caso es que ya está terminado el primer libro de esta bilogía. Estoy sintiendo los mismos nervios que cuando en verano, hice público el primer fragmento de Hoy no cuenta, (y espero que vaya igual de bien:P)

Ya solo puedo desearos que os guste; el cariño y la ilusión ya los puse durante los meses de trabajo. 
Con este libro, he llorado mucho pero también me he reído. Creo que he puesto más de mí de lo que me hubiese gustado, por eso ha sido tan especial. 
Bueno, no me enrollo más, ansiosa estoy de conocer las primeras sensaciones!!! Un besazo enorme! 

PD: Quiero agradecer a mis tres ángeles de la guarda: A la modelo por tener unas piernas y un pelo tan preciosos y por los consejillos cuando los necesité. 
A mi lectora cero que siempre me enseña la salida cuando estoy en un callejón sin salida y a la rubia que mejores zapatos diseña (aunque al final no hayan aparecido en la portada) 
LAS QUIERO! 

Ahí va....



Capítulo uno. Siempre es de noche.


Dicen que el día de tu boda es el día más bonito y emotivo de tu vida, que es un día lleno de felicidad, un día en el que reunimos a toda la familia para hacerles partícipes de nuestro amor, para hacerles saber que nos queremos y que nos vamos a querer para el resto de nuestra vida. Que siempre caminaremos juntos, en los buenos y en los malos momentos. Que si uno cae el otro tirará de su mano para ayudarlo a ponerse en pie de nuevo, que formaremos una familia, que nos cuidaremos y que jamás nos traicionaremos. Es un día que garantiza tu felicidad a largo plazo y eso es algo tranquilizador. Bien, pues por algún extraño motivo yo estoy muy nerviosa, no paro de dar vueltas en la cama a apenas dos horas de la llegada de la peluquera. No he pegado ojo en toda la noche. ¿Es ese un síntoma normal de felicidad? Espero que sí.

Mi habitación está totalmente oscura, enciendo la lamparita y mis ojos se encogen, aparto el dosel y salgo de la cama. Me acerco a un ventanal que hay a varios metros de mi cama,  me asomo para contemplar las fabulosas vistas, el mar completamente en calma, la redonda luna reflejada en él. Respiro hondo. No se escucha nada, solo el latir de mi corazón, pum, pum, pum. Por eso me gusta este sitio, por eso siempre vuelvo. He visitado muchos lugares, muchos sitios increíbles y en ninguno he sentido la paz que siento al asomarme a la ventana de mi casa, en este pequeño pueblo.

Bajo las escaleras mientras termino de colocarme mi bata de seda, hace frío aunque sea primavera. Recorro el pasillo hasta llegar a la cocina donde hay una puerta que conecta directamente con la playa. No enciendo ninguna luz, la luz de la luna me es suficiente porque  sé bien el recorrido, toda mi vida he vivido aquí.

Estoy descalza, piso la arena de la playa, está fría. A medida que me acerco a la orilla siento como la brisa recorre cada vez más fuerte mi rostro. Han pasado casi cuatro años y aún parece que fue ayer...

*

Estaba sentada aquí mismo, delante del mar, mojada y tiritando de frío. Mis ojos miraban las olas que rompían con fuerza mientras mi mente estaba completamente en blanco, perdida, no sé cuantas horas llevaba en esa misma posición, tampoco me importaba. Mi vida se desmoronaba y lo único que era capaz de hacer era permanecer quieta mientras me congelaba por fuera y por dentro.

—Sabía que te encontraría aquí. — Una voz masculina me saca de mi ensimismamiento. No me sorprende verlo a pesar de que lleve dos años sin noticias de él.

Está igual, viste su chaqueta de cuero negro que tanto le gusta y esas botas camperas que yo odio. Lleva un ridículo flequillo que descansa sobre su frente, siempre que no lo engominaba le quedaba así. Insistía en dejarse la barba a pesar de no tenerla completamente cerrada a sus veinticuatro años. Sus ojos color miel me miran. Yo lo miro indiferente y vuelvo a mirar al horizonte mientras se acomoda a mi lado. Sé que odia la playa, que no le gusta nada el mar, y que odia estar aquí.

—Al principio parece que está fría pero una vez dentro te das cuenta que el frío lo pasarás al salir, el frío está fuera.  —Me echo sobre su hombro y él me abraza.
Saúl parece preocupado, mira mis morados labios que resaltan aún más la blancura de mi redondo rostro.

—Deberíamos entrar en casa, vas a resfriarte — susurra. Y se levanta con un gesto de desagrado al notar como sus botas se inundan de arena.

—No es un calzado adecuado —digo levantándome y andando descalza hacia la puerta de la cocina.  

—Sabes que no soy de playa.

Entramos a la cocina, una pequeña cocina de madera con una mesa redonda en el centro. Del techo cae una lámpara de mimbre que ilumina la estancia, da una iluminación tenue y acogedora.

Numerosas fotos decoran las paredes, plasman momentos de felicidad, con amigos y familia. Saúl se reconoce en algunas de las fotos.

Una montaña de platos sucios asoma en la pila y hay numerosos envoltorios de comida y bebida esparcidos por la sala. Adorna la encimera una planta de interior, seca por la falta de riego y sus hojas yacen alrededor.

—Perdona por el desorden pero no esperaba visita — me disculpo.

Abro el frigorífico y saco una botella de vino blanco, coloco dos copas de cristal en la mesa y sirvo un poco en cada una de ellas. Saúl se sienta a la mesa mientras coge una de las copas. Me siento de un salto sobre la encimera de piedra, mi pelo sigue mojado, se ve más oscuro.

—No te preocupes —Saúl mira toda la sala mientras, imagino, recuerda cuantos buenos momentos había pasado allí años atrás. Un ambiente triste envuelve aquella cocina. Quizá por el silencio, quizá por el mal tiempo…

—Ha pasado mucho tiempo Saúl —digo dando un sorbo a la copa evitando el cruce de miradas, estoy nerviosa, sé que lo sabe.

—Sí, mucho... ¿Dos años? —Hablamos en un tono demasiado serio, nunca solíamos hablar así. Observa como muevo mi pierna. Asiento. Hay un silencio, Saúl suelta la copa en la mesa, se dirige hacia mí y agarra mi mano—. He llegado cuando me he enterado de la noticia ¿Cómo estás?

—La noticia... Bueno, tarde o temprano todos morimos. —Suelto su mano y bajo de un salto.
Sé que odia cuando me comporto así, odia cuando sale a relucir mi papel de mujer hielo, pero no dice nada, por esta vez lo pasa por alto y simplemente resopla. Bebo de un trago mi copa y me sirvo otra. Sé que sabe lo dolida que estoy, soy transparente para él porque me conoce bien. Sabe lo unida que estaba a mi padre y sabe lo mal que lo estoy pasando tras su muerte, hace tan solo diez días...

—Al final me dieron Londres, estoy de prácticas en un hospital de allí. —Saúl cambia de tema, sonrío en señal de agradecimiento.

—Sí, me alegré mucho cuando tu madre me lo contó. —La expresión de tristeza de mi cara se ha esfumado. Esbozo una pequeña sonrisa en señal de agradecimiento por el cambio de tema — ¿Qué tal María?

—María... —Resopla mientras vuelve a rellenar su copa—. Vino a Londres conmigo y en menos de un mes ya me había cambiado por un compañero de trabajo.

—Lo siento —me disculpo sorprendida.

No me lo esperaba, sabía lo mucho que Saúl quería a María, jamás lo había visto tan enamorado de nadie. Él, acostumbraba a ser encantador con todas las mujeres pero nunca había tenido una relación tan seria, no porque él no quisiera si no porque no le había llegado la mujer indicada. Al verlo tan entregado en aquella relación pensé que María era la mujer que siempre había esperado.

—Ya han pasado cuatro meses, está casi superado aunque hay momentos en los que la recuerdo, en los que la odio, momentos en los que la quiero de nuevo. ¿Qué te voy a contar? ya me conoces... —Me lanzo a su cuello para abrazarlo. Sí, lo he echado mucho de menos. Su olor, me recuerda una época feliz, una época en la que no teníamos problemas, solo nos divertíamos, éramos tan pequeños...

Con ese olor, habíamos reído, llorado, nos habíamos peleado, divertido; habíamos pasado resacas, viajes, nos habíamos caído y levantado. Siempre fuimos grandes amigos, casi como hermanos, y no importaba el tiempo que pasásemos sin vernos, cada vez que nos encontrábamos era como si ayer mismo hubiese sido la última vez.

Es cierto que nunca habíamos estado tanto tiempo sin vernos y que los recientes acontecimientos habían enrarecido el reencuentro.

Hablamos durante horas, me contó su vida en Londres: que al principio le fue muy duro por el idioma, pero que poco a poco iba siendo más feliz allí. Le encanta ayudar a las personas por eso estudió medicina y ahora está cumpliendo su sueño. Me cuenta que muchas veces miraba la puesta de sol añorando la de nuestro pueblo, que a veces, necesitaba volver y que cada día hacía recuento de las cosas pendientes para cuando regresase. Dice que yo siempre estaba en sus planes.

Yo había terminado la carrera de diseño de moda hacía casi un año y trabajaba en el pueblo, en el taller de una diseñadora de zapatos. Ella era famosa en nuestro diminuto pueblo pero no fuera de él. A mí, no me gustaba mucho su estilo porque no era arriesgado, trabajábamos lo que se vendía allí.

Yo entré en su empresa para hacer las prácticas y al final me contrató. A día de hoy, parecía que seguía de prácticas porque hacía el trabajo sucio, como mucho, me dejaba elegir los materiales para ciertos modelos pero ella era la que llevaba todo lo relacionado con el diseño. Fabiola era muy buena conmigo y estaba aprendiendo mucho de ella.
Sabía que si me iba fuera mi futuro sería mejor pero no podía hacerme a la idea de abandonar este lugar.

A medida que Saúl y yo hablamos nuestros ojos brillan tanto que unos podían reflejarse en los del otro, estamos emocionados de volver a estar juntos y de que todo sea como si nada hubiese pasado. Parece como si el motivo de la visita se nos hubiese olvidado.

Comienza a caer la noche. Todo el día había estado amenazando lluvia, una lluvia que no tarda en llegar. El romper de las olas se escucha mucho más fuerte que en la tarde. Desde la cocina ya no se ve la playa, todo está completamente oscuro, las espesas nubes tapaban la luna. A veces, con la caída de un rayo, se ilumina toda la playa durante un segundo.

—Quédate a cenar —propongo mirando en el congelador algo para ofrecerle.

Vale acepta—. Se me olvidó, he traído algo para ti...

10 comentarios:

  1. Holaaaa guapa ^^
    No sabes la alegría que me ha dado ver que has publicado un cachito de tu nuevo trabajo, como siempre me ha encantado este trocito y me ha dejado con ganas de más, tiene buena pinta esta nueva historia y me muero por descubrirla.
    ¡Muchísima suerte!
    Un besito

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    1. Holaaa!!
      Muchas graciias, a ver si te gusta tanto como Hoy no cuenta :P
      Mañana más!!!
      Un beso enorme guapisima!

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  2. Holaaaa!!!
    Madre mía ¿cómo puede ser que con solo leer este cachito tenga ganas de mas? Deseando poder leer más capítulos tiene una pinta increíble esta historia. Enhorabuena!!! Por cierto, me encanta la portada!

    ¡Muchísima suerte!
    Besos wapa!

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    1. Gracias guapísima!! no sabes ni la alegría que me dan tus palabras..
      Mañana te cuento más!
      Un beso enorme!

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  3. Anónimo8:41 p. m.

    Ay que emoción!! Estaba deseando que publicaras algo nuevo. Me ha encantado como empieza la historia... Parece que promete :P

    Sigue así! Un beso guapa!

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    1. Muchísimas gracias por tus palabras, espero que mañana te enganche más! :P
      Un besazo!

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  4. Sabes cómo alegrar un lunes y con este capítulo has alegrado el mío!! Deseando conocer la historia, los personajes, deseando reír y llorar con ellos!! Muchísima suerte con este nuevo libro y como siempre ansiosa de leer más!! Un beso corazón!!

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    1. Tú si que me has alegrado a mí con tu comentario!!
      Mañana seguimos conociendolos!
      Un besoteee guapisima!

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  5. Estoy muy orgullosa de ti amiga! Lo mejor de todo esto es que aunque ha habido momentos en los que estabas perdida finalmente has encontrado la manera de reconducirlo todo y lo más importante es que no has perdido la ilusión y las ganas de disfrutar de ello. Sigue así porque no importa si le gusta a más o menos lectores (que seguro que triunfarás) lo relevante es que tu te sientas orgullosa de hasta donde has llegado. Un beso cielo!
    Pd: preparame la cena

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  6. Estoy muy orgullosa de ti amiga! Lo mejor de todo esto es que aunque ha habido momentos en los que estabas perdida finalmente has encontrado la manera de reconducirlo todo y lo más importante es que no has perdido la ilusión y las ganas de disfrutar de ello. Sigue así porque no importa si le gusta a más o menos lectores (que seguro que triunfarás) lo relevante es que tu te sientas orgullosa de hasta donde has llegado. Un beso cielo!
    Pd: preparame la cena

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