...Me incorporo
y le lanzo una almohada mientras susurro un <<idiota>> algo
molesta. No me gusta la forma que tiene de hacerme saber que domina la
situación, no me gusta sentir que no tengo el control porque en realidad no lo
tengo, estoy haciendo todo lo que él me pide y no soy así. No es así como suelo
comportarme pero ejerce un poder sobre mí que me atonta y hace que quede a su
completa merced.
Entro en la
cocina no sin antes pararme en un espejo a colocarme un poco el pelo. No he
mejorado mucho pero por lo menos ya no parezco el monstruo de las nieves recién
levantado.
Rafa está
sentado en uno de los taburetes mientras se come una tostada; lleva una
camiseta básica blanca de mangas cortas y unas calzonas de algún equipo de
fútbol que no logro distinguir, no me mira pero puedo intuir su sonrisa tras
cada bocado. Me siento a su lado, justo delante tengo un plato con tostadas,
mermelada, café, zumo de naranja y fruta.
Normalmente
me sentiría avergonzada tras haber pasado la noche con un hombre que acabo de
conocer pero con Rafa es distinto, hace que todo sea normal y amigable. No hay
un ambiente tenso; supongo que ya no me importa mucho lo que los hombres
piensen de mí. No espero nada de nadie, ahora, estando sobria, no pretendo
gustarle ni que me guste. Simplemente me voy a comer estas tostadas y cogeré un
taxi hasta mi peligroso barrio.
-
No
es tu mejor mañana ¿eh? – Se coloca el pelo con una de sus manos.
-
Cállate.
Estoy deseando perderte de vista. – La verdad es que no lo es, de hecho creo
que puede ser una de las peores. Tengo sudores fríos y la cabeza va a
explotarme. Estoy de mal humor y tener al lado un hombre tan guapo me pone de
peor humor. Muerdo la tostada de mala gana. Por el rabillo del ojo veo como se
ha recostado sobre su mano y me mira. - ¿¡Qué!?
-
Nada,
nada. ¿Siempre eres así por las mañanas?
-
¿Así
como? – Pregunto con la boca llena de mermelada.
-
Tan
desagradable. – Uno de sus dedos recorre mis labios limpiándome y luego se lo
lleva a su boca mientras asiento lentamente con la cabeza.
-
Bueno,
puedo ignorarte por las mañanas porque por las noches me gustas. – Recoge su
plato y lo pone en el lavavajillas. No contesto, no tengo ganas de discutir. –
Bueno, ¿qué me vas a enseñar hoy? – Lo miro extrañada. – Acabo de llegar a
Sevilla, algo tendrás que enseñarme ¿no?
-
¿Y
Alex? ¿No puede hacerte él un tour?
-
Alex
estará durmiendo la mona. Me lo debes, te he dejado mi casa para dormir. – Me
señala con uno de sus dedos.
-
Pero..
pero tengo que pasar por casa para ducharme y vestirme ¿no? - ¡oh! Ya lo ha
vuelto a hacer, me ha liado. Maldito poder Rafa.
-
Me
visto y vamos a tu casa.
Tardamos
unos veinte minutos desde su casa a la mía. Rafa lleva unas gafas de sol RayBan
clubmaster, que le quedan de infarto. Se ha vestido con unos vaqueros y un polo
azul marino de mangas cortas porque hace mucho sol y nos espera un día bastante
caluroso. Conduce con soltura por las avenidas sevillanas y cuando entramos en
mi barrio comienzo a darle indicaciones. Nunca hay aparcamiento, así que lo
aviso, pero no le importa porque piensa que no tardaré. Iluso. Yo voy con ropa
de él porque no tenía ganas de volver a aprisionarme en el vestido.
Mi barrio no
es como el de él, son edificios más bajos y antiguos pero a mí me gusta porque
ya conozco a los vecinos y aunque por las noches no me gusta andar sola, me he
acostumbrado a vivir aquí.
Como era de
esperar no hay aparcamiento. Rafa para en doble fila justo delante de mi portal
y pone las cuatro luces.
-
Te
espero aquí.
-
Puedes
dar una vuelta a la manzana por si hubiese aparcamiento mas allá. – Me bajo del
coche de una guisa impresionante. Me he calzado los Loubotin. Parezco una
jugadora de futbol, entre las calzonas y la camiseta de manga corta que me
llega por los codos. El antimorbo hecho mujer. – De todas formas es el segundo
C – Digo antes de dar un portazo del que yo misma me sorprendo.
-
¡Eh!
Cristi – Me llama mientras baja la ventanilla. Yo miro hacia atrás antes de
introducir la llave en la cerradura de la puerta. – Ya es mediodía, ¡cambia el
humor!. – Su sonrisa de medio lado se apodera de su rostro. Yo no puedo evitar
sonreírle y sacarle la lengua.
Subo por las
antiguas escaleras de granito hasta el segundo piso. Cuando abro la puerta me
encuentro en el salón a Sindy, mi compañera de piso. Está viendo una de las
series americanas que tanto le gustan. Mi salón es deprimente tras haber visto
el de Rafa, está muy recargado con muebles de los años cincuenta. El sofá de la
misma tela que las ostentosas cortinas, verdes con enormes floripondios rojos.
Justo delante del sofá una mesa que amenaza con caerse al suelo en cualquier
momento.
Saludo a Sindy rápido, que se sorprende al verme vestida así y me
adentro por el enorme pasillo hasta llegar a mi habitación, totalmente
desordenada, como siempre. Es muy pequeña pero por lo menos tengo una cama de
matrimonio. Hay un pequeño armario a los pies de la cama en el que apenas me
cabe la ropa, para solucionarlo he tenido que ir colocando ropa en la
estantería de enfrente entre libros y fotografías, junto a la estantería un
pequeño escritorio bajo una ventana que proporciona luminosidad.
Gracias a
que lo he decorado todo parece más acogedor, cortinas en tonos pasteles, cojines
a juego, cuadros con fotos mías y de mis amigas por las paredes, algún que otro
peluche,... lo típico.
Suelto el
vestido sobre la silla del escritorio y guardo mis zapatos en su caja. Voy al
baño que está justo enfrente de mi habitación. Es muy pequeño con losas azules,
un pequeño lavabo, un váter y enfrente la ducha.
Abro el
grifo del agua caliente y en poco tiempo todo está empañado. Noto el agua
recorrer suavemente mi piel, me encanta esa sensación. Adoro ducharme, es el
momento en el que desconecto del mundo. Respiro hondo. Masajeo mi pelo.
Enjabono mi cuerpo. Me doy más prisa de lo normal porque sé que Rafa me espera.
Al salir del
baño enrollada en mi toalla no puedo evitar escuchar carcajadas en el salón, me
extraño porque Loiran, mi otra compañera de piso, está de vacaciones. Me parece
escuchar la voz de Rafa. Me acerco por el pasillo y cuando llego al salón veo a
Sindy y Rafa hablando sentados en el sofá. Ella se toca su pelo rubio platino y
parpadea moviendo sus enormes pestañas que cubren y descubren sus ojos verdes.
Rafa me mira desde el sofá.
-
Tampoco
cambies tanto tu humor, guarda algo para la noche – Bromea mientras me mira de
arriba abajo. La toalla no cubre mucho y deja ver mis largas piernas aún
húmedas. Levanto mi dedo corazón y me dirijo hacia mi habitación.
Me pongo lo
primero que encuentro, unos pantalones vaqueros ceñidos y una blusa de color
crema de media manga. Dudo entre ponerme tacón o no pero definitivamente lo
descarto porque mis pies están demasiado doloridos, así que elijo unas
bailarinas. Me recojo el pelo en una larga trenza al lado y apenas me maquillo.
La línea del ojo un poco de coloretes y un tono rosa claro en los labios. Cojo
un bolso y voy hacia el salón donde Sindy y Rafa no paran de hablar.
-
Veo
que no necesitas presentaciones tres erres. – Digo.
-
¿Lista?
– Pregunta levantándose del sofá. Asiento y voy por las llaves que he dejado en
la entrada. – Un placer Sindy.
-
Volveré
antes de que anochezca – Le digo a Sindy que me levanta el dedo en señal de
okey. Le lanzo un beso y ella hace lo mismo.
Bajamos las
escaleras y caminamos hasta donde ha aparcado el coche. Le sugiero que
guardemos el coche en su garaje y vayamos al centro en transporte público pero
él no quiere, prefiere pagar un parking en el centro y caminar. Él manda.
Subimos del
parking de la plaza del Duque y comienzo a tomarme muy en serio mi papel de
guía turística. Lo llevo hasta las setas que es un mirador en el que se puede
ver Sevilla desde lo alto. Una vez arriba podemos sentir el suave viento en nuestros
rostros, hace sol y el cielo está completamente despejado. Sevilla se ve
preciosa desde aquí. Rafa se apoya en una de las barandillas a contemplar las
vistas. Numerosas casas blancas, edificios antiguos llenos de magia, calles
tortuosas, iglesias con mucha historia, la catedral. Noto en sus ojos que le
gusta lo que ve así que me siento satisfecha con mi trabajo.
-
¿Llamarás
a Alex? – Me pregunta de repente.
-
¿A
Alex?
-
Sí,
se os veía bien anoche. A él seguro que le gustaría volver a verte. – Apenas me
mira, sigue admirando las vistas.
Recuerdo como
en flash back que anoche Alex me dio una tarjeta con su número de teléfono.
-
No
sé. No me siento preparada para andar por ahí con otros chicos. – Me encojo de
hombros y lo miro. Él asiente comprensivo.
-
Entonces,
¿prefieres quedarte en casa llorando por Alberto?. – Me mira - Cris tienes que
distraerte.
-
Bueno
no me presiones, estoy aquí contigo. Poco a poco.
-
Alex me dijo que eras enfermera. El hospital que hay cerca de tu piso ¿ahí trabajas?.
-
Sí,
¿por qué?
-
Para
saber donde NO ir cuando me pase algo – Le doy un codazo y ambos reímos...
Oh Dios mio, no me puedes dejar así!
ResponderEliminarMe he enamorado definitivamente de Rafa, ahora va a ser una pena si al final se queda con Alex, pero bueno, bueno, esperaré a ver que tal le va con Alex también.
Te lo vuelvo a repetir, super enganchada me tienes, me encanta ver tus actualizaciones, me ponen muy feliz ^^
Besitos
Buenos días guapa! Me alegra escuchar eso, ver tus comentarios si que me pone feliz a mí.
EliminarA seguir leyendo y a ver que pasa :P
Un besazo!
jajaj simpatico Rafita, yo ya lo he bautizado en diminutivo jajaj.
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