6.13.2015

Trecedejunio

Cuánta razón. Entramos en su piso, el suelo es de mármol beis y la entrada conecta directamente con el salón, presidido por un enorme sofá blanco impoluto, detrás hay  un ventanal enorme con vistas a la avenida principal. No hay muchos muebles: un equipo de música, una mesa de café y un televisor de plasma en la pared. En una de las esquinas hay una mesa grande de cristal rodeada de sillas.
Todo se ve lujoso y muy ordenado. Me suelta en el sofá sin ningún tipo de cuidado y se dirige hacia una de las puertas correderas, también blanca. La abre y puedo ver la cocina, es muy grande, con una isla en medio con el fregadero, el extractor y la vitrocerámica. Hay taburetes por el otro lado, para desayunar o hacer una comida rápida. Está amaneciendo y poco a poco la luz del exterior inunda la estancia.

-          Tú vas a dormir en el sofá, que lo sepas. – Le digo mientras voy descalza hacia donde está preparándose un vaso de agua.

-          Nadie va a dormir en el sofá. – Me acaricia la nariz con uno de sus dedos y puedo aspirar su olor. One million de nuevo. Me encanta ese perfume. Esta borrachera no va a terminar bien y lo peor de todo es que yo terminaré más jodida de lo que estoy. Me coge para sentarme sobre la encimera. Levanta mi vestido hasta la altura de mis rodillas y abre mis lánguidas piernas cuidadosamente sin apartar sus ojos de los míos. Jadeo. Se coloca entre mis piernas y acerca el vaso de agua a mi boca para ofrecerme. Bebo. No estoy en condiciones de negarle nada. En mi estómago comienzan a revolotear todo tipo de insectos. Él lo sabe. Yo lo sé. Limpia con uno de sus dedos una gota de agua que se queda sobre mis labios. – Cristina...

-          ¿Sí? – Pregunto medio atolondrada con los ojos entreabiertos y poniéndole morritos.

-          Es hora de ir a dormir.  – Se separa de mí y me lleva hasta el dormitorio.

Hay un enorme armario de roble en una de las paredes. Justo en el centro de la estancia una cama dos por dos vestida con una colcha de color burdeos con motivos en negro. El cabecero es de cuero negro y a ambos lados, mesitas de noche del mismo roble que el armario sobre las que descansan dos lamparitas. No tiene mucho más, es todo muy impersonal, apenas hay cuadros con fotografías ni nada que pueda darme alguna información sobre él.

Me coloca de pie sobre una alfombra negra que hay a los pies de la cama. Me gira y desabrocha mi vestido. Me siento como una marioneta entre sus grandes manos, pero no puedo hacer otra cosa que dejarme manejar, mi autonomía se ha desvanecido entre gintonic y gintonic. Noto sus manos frías sobre mi espalda. Me encojo. Él suspira. No siento que se esté aprovechando de mí, solo me está cuidando, como haría Amanda o por lo menos eso es lo que intento pensar. Me acerca una camiseta con su olor y me la coloco antes de que el vestido se deslice por todo mi cuerpo para acabar sobre la alfombra. Él deja su reloj sobre una de las mesitas. Me meto en la cama. Está fría. Sus sábanas resbalan. Me acurruco.

-          Cristi, Cristi, si no me hubieses caído tan bien lo último que haríamos sería dormir.

No puedo evitar que se me escape una sonrisa tonta, me gusta saber que me desea o que le gusto. Últimamente tengo la autoestima por los suelos, sobre todo porque Alberto se fue con una chica que estaba cinco veces más buena que yo. Cuando la vi pensé que era normal que me hubiese cambiado por ella. Bueno, no quiero seguir pensando en él.

Desde donde estoy veo a Rafa más guapo aún de lo que lo había visto o es que no había sido capaz de aceptar lo guapo que era por tozuda. Se desabotona su camisa y puedo ver sus abdominales marcados de gimnasio. No pierde su sonrisa.

-          Pues tu a mí no me has caído nada bien. – Digo casi en un susurro, intentando ser sexy. Y se ríe. Sabe que yo también lo deseo o me gusta.

-          Sabes que sí. – Se mete en la cama en calzoncillos. Que por cierto no me da tiempo a mirar porque estoy entretenida mirándole a los ojos y mordiéndome el labio y esas cosas para parecer sensual.

Noto su calor, desprende mucho calor, eso me gusta porque siento frío, Alberto también desprendía calor. Me acerco a él y me acomodo en su pecho. Él abre su brazo para tocar mi pelo.

-          ¿De verdad piensas que soy sexy? – Pregunto recordando los tres adjetivos con los que me describió. Ambos sabemos que no va a pasar nada entre nosotros principalmente porque él sabe lo triste y borracha que estoy y no creo que sea tan mala persona como para aprovecharse, y en segundo lugar porque soy el objetivo de su primo Alex y el código de primos se lo impediría. Más bien por lo segundo. Yo sinceramente en este estado dejaría que pasase cualquier cosa porque por un momento me sentiría querida. Me mira extrañado.

-          No solo sexy, pienso muchas más cosas – De nuevo su sonrisa pilla.

-          ¿Por qué no quieres acostarte conmigo entonces? – Pregunto curiosa. Aunque sé que es una mala idea quiero saber el verdadero motivo. Yo pienso demasiado mal de los hombres como para creerme que es por un código o porque le caiga bien. Venga ya, nos acabamos de conocer. 

-          Si nos estamos acostando. – Lo miro desafiante.

Se incorpora hasta sentarse en la cama, y yo hago lo mismo. Me coloca a horcajadas sobre él. Nos miramos a los ojos. Me coge de la cintura y me levanta hasta que quedo de pie. Me mira desde abajo. Mis piernas están desnudas e intuyo que desde ahí se me ven las braguitas. Sonríe satisfecho.

-          Puede que seas una loca, que estés triste y mil adjetivos más, pero te aseguro que tu primer adjetivo es sexy. – Una de sus enormes manos se pasea desde mi culo hasta mi rodilla. Suspiro. – Cris, por tu bien, no me lo pongas más difícil ¿vale?. – Y entonces, me mira de una forma que no me había mirado antes, tierno, amigable, no sé. Me derrito, el alcohol hace que me derrita, y asiento como una tonta. Vuelvo a caer a su lado en la cama.

Nos dormimos abrazados. Por una vez en muchas noches no sueño con Alberto y eso me alegra. He acabado en casa de un desconocido, la verdad es que no lo pensé mucho anoche, por algún motivo Rafa me produce confianza. Puedo ser yo misma, recuerdo alguna de las bromas que hicimos durante la fiesta y sonrío. También recuerdo como me consoló mientras lloraba y eso me enternece. En cambio Alex, parece menos transparente, me pone nerviosa hablar con él e intento medir lo que digo.

Rafa está abriendo la persiana de la habitación en la que comienzan a entrar numerosos rayos solares. Me molestan en los ojos. El ruido de la persiana retumba en mi cabeza, parece como si me fuera a explotar. Estoy un poco aturdida, intento recordar donde estoy, como he llegado y poco a poco las imágenes vienen a mi cabeza. Noto que estoy semidesnuda y me alarmo porque no consigo recordar cómo me metí en la cama.

-          ¿Cómo de mal te caigo ahora? – Rafa se sienta a un lado de la cama. Me cuesta abrir los ojos aún y me desperezo.

-          Fatal – Respondo. Él hace una mueca. – Oye pervertido, no me harías nada anoche ¿no?. Aún estoy a tiempo de denunciarte. – Cierro los ojos con fuerza porque me duele muchísimo la cabeza.

-          No. Porque no quise, te lanzaste sobre mí como una loba en celo –Abro los ojos y lo miro asustada. Él comienza a reírse. Espero que esté bromeando. – Toma, esto te sentará bien – Me acerca un botellín de cerveza que tenía preparado en la mesita de noche.  

-          Estás loco si crees que voy a seguir bebiendo alcohol. – Le giro la cara. Su sonrisa de nuevo. Se pone sobre mí, me agarra las manos con tan solo una de las suyas, y me acerca la cerveza a la boca. Noto su calor sobre mí.


-          Aún no te ha quedado claro que tienes que hacer lo que yo te diga ¿no? – Frunzo el ceño. Me hace gracia interiormente cuando se pone chulo pero no quiero que él lo sepa. Noto como la cerveza comienza a caer en mi boca y trago un poco, al ver su sonrisa de satisfacción junto mis labios y la cerveza se derrama recorriéndome la barbilla. Él aparta el botellín de mi boca. Se acerca a mi barbilla, y con su lengua recoge lo que se ha derramado, sin rozar mis labios. Siento su húmeda lengua por mi barbilla y un escalofrío me recorre. Suspiro. – Podría hacerte suspirar mucho más fuerte Cristi. – Se aparta de mí y va hacia el marco de la puerta de la habitación - Te espero en la cocina, tienes que desayunar... 

3 comentarios:

  1. Ya estoy por aquí!!! jajajaja
    Madre mía, me esta gustando Rafa ¡Y muchooooo! Jo, ya no se por cual decidirme, como Cris tenga él mismo problema, y este entre uno o el otro, pobrecilla!
    A ver mañana que pasará!
    Un besito ^^

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  2. Jajaja me alegro que te guste! Pobre Cristina sii 😊😊😊 un beso

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  3. Madre del señor con Rafitaaa, sera un lobo con piel de cordero? o por el contrario , sera un buen chico de verdad?, lo veremos :)

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